martes, 6 de noviembre de 2012

Especial para diario EL TELEGRAFO










Vicente Nevárez Rojas
Complejidades del turismo y la recreación
Uno de los aspectos poco discernidos que a la postre han dado como resultado planteamientos que por su inconsistencia no aportan a un pragmático crecimiento turístico, es el no reconocer que la territorialidad -como conducta- es base fundamental que debe ser considerada como política de desarrollo en este sector.
La ausencia de manejo etológico -o poco miramiento de este aspecto- en los programas de desarrollo turístico, es lo que hace perder objetividad cuando se trata de adecuar actividades económicas en los diferentes espacios geográficos preeminentes; se pierde de vista el equilibrio que buscamos entre la calidad de vida de la población y la optimización de los recursos naturales y su sostenibilidad.
En el año 2009, el ingeniero Michel Achi Marín al asumir la alcaldía del Cantón Playas, tuvo en sus manos un proyecto -autofinanciable- cuyo fin principal era poner orden, justamente allí, donde la recreación popular tiende a desbordarse.
Del mencionado proyecto conoció el ministro Ehlers, lo aplaudió, lo calificó de extraordinario; que nunca antes había conocido de algo igual a lo contenido en el mismo y, fijó, sin que existiera solicitud de por medio, la respectiva partida presupuestaria para sus estudios, pero estos no se realizaron.
El proyecto en lo medular se inscribía en un marco conceptual que responsabilizándose de una recreación dignificante para todos  por igual, en beneficio de los que menos tienen, resolvía  un problema social desde la perspectiva turística con potencial sinérgico en lo laboral.
Antecedentes que dieron lugar a la elaboración del proyecto, así como pormenores para la puesta en marcha que no se dio, es materia que corresponde a otro análisis y comentario.
La recreación popular debe proyectarse hacia un sistema que, partiendo de la interacción humana en los espacios turísticos dados, termine con la degradación del medio ambiente que causa la mayoría de visitantes que al no ser consumidores de servicios en éstos, pero proveídos de alimentos domésticos, se impactan como consecuencia de desechos y falta de servicios sanitarios.
El columnista Guido Calderón comenta con extremada preocupación la carencia de una profesional información periodística en el ámbito del turismo y, hace hincapié, en  que hay una promoción que sólo muestra lo obvio y lo cotidiano.
El Ministerio de Turismo presentó hace poco un programa televisivo que mostraba la espléndida playa de General Villamil, así como imágenes de “surf en Engabao” con la información añadida de que mediaba 30 minutos de distancia entre esas dos localidades.
No se aprecia en esta toma  el casco urbano de la ciudad que, dicho sea de paso, no guarda correspondencia con las particularidades propias de un balneario -poco acogedor- donde se evidencia que hay de todo por hacer.
El caso de Engabao –población que tampoco se ve en la toma- es más preocupante, en virtud de que, se encuentra degradado ambientalmente por cerdos que deambulan por sus calles.
Y una precisión: Engabao si mantiene una vía en condiciones aceptables, está a menos de diez minutos de General Villamil, pero el surf que se practica, es en Punta de Piedra de Puerto Engabao.
Muchas veces la promoción de los atractivos –ajustados al marketing- no hace referencia a las condiciones desalentadoras del entorno vinculado irremediablemente a éste, pudiendo acarrear no sólo molestias a quienes los visitan, sino además, pérdida progresiva de su reconocimiento. El cuidar de una promoción de contenido real, siempre abonará en beneficio del prestigio del país.
La difusión turística de nuestro país en formatos técnicamente bien elaborados igual como se hace en todas parte, no es lo que hace crecer al turismo, ahí no está la diferencia entre nosotros y los otros.
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