Vicente Nevárez Rojas
vicentenevarez@hotmail.com
Componentes y fundamentos del
turismo
Todo análisis que nos propongamos
sobre el manejo del sector turismo debe contener, como piezas de un
rompecabezas, componentes y fundamentos que son cimientos de la estructura que
hace posible la existencia de la actividad turística.
En el libro publicado, de mi
autoría: “El desarrollo del turismo en el Ecuador”, hace ya algunos años,
advertía de la concurrencia de alrededor de 30 aspectos que debían considerarse
en esta actividad, tan diversos, que consignan conceptos que van desde lo
antropológico hasta los específicamente productivos y aquellos que guardan
estrecha relación con el cuidado ambiental, que es un terreno poco
explorado y sin la debida dirección de protección y aprovechamiento.
El engranaje de
estos aspectos de manera correcta es lo que permite ir al encuentro de un
eficiente sistema turístico contenido en regulaciones generales y particulares,
según sea el caso, que rijan para todo el territorio ecuatoriano. La actividad
turística, cuando no es dejada al arbitrio del mercado, tiene tanto para los
turistas como para los habitantes residentes, la capacidad de dar origen a una
sinergia de efectos económicos y sociales de extraordinarios beneficios,
siempre que, además, se impulse una acción planificada en el marco del
desarrollo del país.
La efectiva inserción en la actividad
turística y los propósitos que se tengan, por ejemplo, para sectores
productivos como el agrícola y comunidades campesinas en general que habitan en
entornos naturales, solo es posible bajo un régimen vinculante y, sobre todo,
articulado con centros de distribución y de estadía para una determinada área
geográfica.
Y en tanto se interpolen ciudad
y áreas naturales, las llamadas rutas turísticas deberán sumar servicios, tal
como sucede con los corredores de estadía, comprendido en alojamiento, comida y
recreación variada a lo largo de su recorrido, o contener centros de escala si
es que median grandes distancias que obliguen a pernoctar por más de una vez
mientras se cumple el cometido del viaje.
Cualquier entorno -natural o
urbano- complace a plenitud al visitante, cuando se muestra en medio de
comodidades. Los atractivos se venden, más que por sus atributos, por su
capacidad para satisfacer las expectativas del turista. No olvidemos que la
actividad turística está referida al espacio y de su “calidad espacial” depende
la planificación del uso de los atractivos; es un aspecto sensible, sobre todo,
para el turismo receptivo.
Y en el marco de este
discernimiento, finalmente, no puedo dejar de mencionar la importancia que
tiene saber si el acceso a los servicios turísticos y recreacionales, en el
ámbito interno, corresponde con el derecho al uso del tiempo libre que
consta en nuestra Constitución, tanto por la existencia de espacios vitales,
cuanto por la capacidad de consumo, al menos, de las mayorías.
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