martes, 6 de noviembre de 2012

Para diario EL TELEGRAFO





Vicente Nevárez Rojas

Tiempo de descanso y recreación

Desde que el hombre llegó a la conclusión de que en el trabajo se fundamentaba su supervivencia, creo al descanso, en correspondencia,  para reponer fuerza o distender su mente de emociones o agotamiento intelectual habidos en una determinada jornada.
Pero el derecho al ocio como idea asociada por oposición al trabajo, nos conduce a diferenciar el tiempo para el descanso de aquel que fortalece cuerpo y espíritu en el ámbito de la recreación: dimensión esencial del ser humano.
El hombre urbano en contraposición al hombre rural, es quien mejor manifiesta la necesidad de disponer de tiempo liberado de las obligaciones diarias e inflexibles a las que se encuentra irremediablemente sometido pues, trabajar, estudiar y transportarse, entre las prevalecientes, son consustanciales a su existencia citadina.
Siempre nos preguntaremos si es verdad que el tiempo libre a disposición del individuo se ejerce a plenitud o lo usa éste como mejor se le antoje. Los propósitos que pudiera tener son frenados frente a la realidad de contar con un ingreso que sólo permite costear las necesidades básicas que no da margen para gastar en recreación y, menos aún, en turismo.
Si el crecimiento económico de los sectores populares es la vía que conduce a mejorar sus condiciones de vida, debemos coincidir que, uno de esos ascensos al bienestar, es la recreación y el turismo.
Y en nuestro país, igual como acontece casi en toda América Latina, se ha evidenciado, históricamente, una carencia acentuada de espacios recreacionales y destinos turísticos, al margen de penurias degradantes, que den cabida a la gran población de bajos ingresos que tiene por oposición la presencia de una prestación de servicios destinada al turismo y recreación de medianos y altos ingresos.
Algunos tratadistas sobre turismo coinciden en afirmar que si queremos impulsar al turismo social desde la expectativa de los estratos populares, se debe, en primer lugar, elevar su concepto a un rango igual al de la seguridad, salud o educación pública, porque sólo así es posible adelantar planes y políticas que permitan la construcción de plantas especiales bajo un concepto administrativo distinto al los establecimientos con fines comerciales.
Sin tener que profundizar mayormente en este tema, sólo debemos ir al análisis de todas las variables de consumo que armonice la relación oferta/demanda de los diferentes colectivos en beneficio de servidores y consumidores. Es una cuestión que tímidamente se la ha considerado y, siendo una realidad que, al estar siempre presente, sólo alentará el desorden con el consecuente peligro de desbordarse de manera irreversible.
Julia C. Gerlero, Magister en Teorías y Políticas de la Recreación de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue, Argentina, cuando se refiere a la “Recreación como derecho constitucional en América Latina”, manifiesta que ésta se merece “un estudio para reflexionar sobre su alcance”.
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